Cinco características desarrolladas por un Sufí en su Camino hacia la Perfección

El Sufí no está obligado a seguir ningún principio, pero existen ciertas características favoritas que le facilitan la vida en su camino hacia la perfección. La primera, reconocer lo divino en el ser humano, se desarrolla a su tiempo, de modo que el Sufí lo reconoce en todos, dignos o indignos, sabios o tontos, santos o pecadores. Ve a Dios en todas las formas de vida, y se comporta respecto a todos como un amante o adorador de Dios respecto a Dios. El Sufí no se queja, no envidia a nadie, no refunfuña acerca de nada: “ése me insultó,” o “me trató mal,” o “se portó injustamente,” o “descortésmente.” No se queja, pues la queja proviene de quien piensa la mayor parte del tiempo en sí mismo. Este tiende siempre a la auto-compasión, que es la peor forma de pobreza. Quien es vulnerable a todo lo que proviene de la gente a su alrededor tendrá mil quejas, sea cual fuere su situación en la vida. En un palacio o en una choza, pobre o rico, estará siempre lleno de quejas. Nada le viene bien: para este pobre ser, la vida es la muerte. Acerca de su salud, esta persona se queja mucho de los diversos dolores, dolencias y malestares que sufre. Acerca de amigos y enemigos, tiene mucho que opinar. El Sufí en cambio encuentra la siguiente salida única para las desgracias de esta vida, que siempre inferior a nuestro ideal. Se eleva por encima de ella, tomando con paciencia todo lo que trae. No le importa cómo lo tratan. Su principio es hacer lo mejor que pueda, y en ello encuentra su satisfacción. En vez de depender de la amabilidad de los demás, se conforma con ser amable hacia ellos. Toda persona sabia encontrará a la larga en este principio la clave de su felicidad. Pues no podemos cambiar al mundo, pero sí podemos cambiarnos a nosotros mismos; y no sería poca cosa lograr tratar a los demás como quisiéramos ser tratados. La cuarta característica del Sufí consiste en cumplir con sus obligaciones, considerar lo que los demás esperan de él en la vida y responder a sus demandas gozosa y pacientemente, lo mejor que pueda. La quinta característica del Sufí es la práctica del perdón, mostrando así el Espíritu Divino reflejado en su corazón. El perdón puede hacer la vista gorda, actuando de diversas maneras.El Sufí no necesita hablar de estos cinco principios: necesita llevarlos a la práctica. No manifiesta profesarlos, sino que trata de practicarlos, lo que le permite transitar más fácilmente el camino de la vida

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