Pirani Amina Begum Ora Ray Inayat-Khan - 8 de Mayo de 1892 - 1º de Mayo de 1949
Amorosamente Recordada Pirani Amina Begum Ora Ray Inayat-Khan 8 de Mayo de 1892 - 1º de Mayo de 1949 Pirani Amina Begum Ora Ray Inayat-Khan, también llamada Sharda, fue la esposa de nuestro maestro Hazrat Inayat Khan, la madre de sus cuatro hijos, y su apoyo más fiel a través de todos los problemas y tormentas de la vida. A una joven edad dejó casa y familia en los Estados Unidos de América y cruzó los anchos mares para seguir su destino, aceptando con gusto todas las penurias y dificultades que surgieron de la divina misión de su esposo. Hazrat Inayat Khan escribió sobre Amina Begum, “Las pruebas que mi vida estaba destinada a atravesar no fueron de carácter usual, y no fueron una prueba pequeña para ella. Una vida como la mía, que estaba totalmente dedicada a la Causa, y que estaba más y más envuelta en las siempre crecientes actividades del Movimiento Sufí, me retuvieron naturalmente de aquel pensamiento y atención que eran debidos a mi casa y mi familia. La mayoría del tiempo de mi vida he estado obligado a pasar fuera de casa, y cuando estoy en casa, estoy siempre lleno de actividades, cayendo sobre ella el deber de dar la bienvenida a los huéspedes siempre con una sonrisa, en todas las circunstancias. Si no hubiera sido ayudado por ella, mi vida, cargada con una pesada responsabilidad, no me habría permitido nunca dedicarme enteramente a la Orden como lo he hecho. Es por este continuo sacrificio que ella ha mostrado su devoción a la Causa.”
En la semana que marca el aniversario de su nacimiento, que todos aquellos cuyos corazones han sido tocados por el Mensaje Sufí de amor, armonía y belleza recuerden con profunda gratitud y sinceros sentimientos de amor el ejemplo de auto-sacrificio de Pirani Amina Begum.
…y fue conocida como Amina Begum,
y ¡he aquí! La reina más merecedora de confianza fue para un ‘llamado interior’.
Sus luminosos ojos azules se abrieron a la luz en Albuquerque, Nuevo Méjico, el 8 de mayo de 1892, y su nombre era ‘Ora Ray’, y ¡mirad! Que un aura de rayos fue ella.
Brillantes días soleados zurcieron años cual rosario perlado, diecisiete años de cuentos de hadas, cuando de repente esas mismas costas de su propia tierra madre quedaron por siempre distantes, mientras sus rizos dorados eran mecidos por el viento mientras navegaba sobre el océano hacia la meta de su vida, su Daya, su Todo.
Cuatro pequeños ángeles, respondiendo al llamado de su sueño de hadas, fueron en adelante atesorados cual preciosas joyas en la ‘Morada de Oración’, donde el Rey de su corazón cantaría;
Que la felicidad sea con mis pequeños,
Correcta guía desde Arriba,
Buena fortuna deseo en esta casa
Y mi más profundo amor.
‘Érase una vez’, como comienzan los cuentos de hadas, los caminantes pagarían homenaje al ‘Hogar’, el altar de amor, armonía y belleza, donde música celestial vibraba en aquellos que despertaban a las bendiciones del Espíritu de Guía.
De nuevo se le vio, ofreciendo su Dedicada Misión al altar del auto-sacrificio, en cada instante de diaria agitación. Pronto vino el día cuando el cielo se tornó pálido y gris, y el ‘Llamado al Regreso’ se llevó todos los días felices, dejando atrás nada más que aflicción y lágrimas. Y la voz, dentro de su corazón roto, resonaría diciendo día y noche; No te pongas ansiosa, mi Sharda.
A su servicio debo partir.
Aunque difícil es soportar la partida,
pero es Dios quien lo quiere así.
‘Ya no seré más’, dijo ella, y ¡mirad! No fue más que piel y huesos.
Su alma sollozaba en voz alta:
Oh Muerte, ven, tómame de la mano
Y llévame a los pies de mi Amado
Y con el polvo mi escondida forma-
Y allí déjame descansar.
Entonces, una y otra vez, en defensa del Deber se afanaría de mañana a noche, cuidando de sus ‘Cuatro rubíes’, con tan solo la sombra de la luna para mantener a un lado su dolor.
¿Quién pudo jamás saber cuán cerca estuvo ella del santuario del puro Ideal-Dios, donde sólo pueden estar aquellos cuyos corazones refulgen luminosos?
Murió en Paris en mayo de 1949, pero el Llamado Interior de su ‘Rosario de las cien perlas’ vive y vivirá para siempre.
En profundo homenaje a ‘Amma’, mi ‘Agraciada Madre’,
Hidayat
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